jueves, 14 de octubre de 2010

MITOS (Acerca de la muerte). Cuento corto.



Era una vieja Star A-40 9mm parabellum largo, fabricada en Eibar. De cachas marrón roble y armadura color negro acero mate. La había encontrado un par de días antes escondida en la parte de atrás de el viejo armario de su abuelo, en su estuche negro, forrado de terciopelo rojo. Nunca entendió por qué a un instrumento tan potencialmente dañino se lo decoraba tanto. Era como el espectáculo y la "pompa" de el funeral de un viejo dictador. Seguramente aquel estuche, llevara allí varios años, desde que su abuelo se jubilo, y su contenido no se habría usado más que en las rutinarias practicas de tiro.


Es un mito muy extendido entre la gente, que cuando uno sabe que va a morir, vienen a la mente ciertas cosas que hay que hacer. Cosas desesperadas o empresas que quedaron a medias. Locuras más o menos posibles, que jamás haríamos de tener que enfrentarnos a las consecuencias el día después.
Nada mas lejos de la verdad; cuando un sabe que va a morir, tan sólo puede pensar en eso, en el final de todo. Nunca en llamar a ese viejo amor que se quedo por el camino, o en escalar una montaña para contemplar atónito un último amanecer. En la vida real como en el cine español, nunca hay finales felices, sólo carne cruda.La psicología nos dice, que cuando alguien realmente quiere morir, no lo avisa, si no que lo hace sin más. Él había avisado muchas veces, pidió ayuda a amigos y extraños, a voz voz en grito en ocasiones y con su críptico modo de ser en muchas otras. Pero todo el mundo tiene su vida, y si no nos detenemos a mirar el sucio rostro de un mendigo tirad en la calle, porque iba nadie a escuchar su grito desesperado.

Repasó mentalmente el motivo de tener aquella pesada semiautomatica en las manos. Demasiados problemas sobre su joven aunque cansada espalda; la perdida de los pocos "amarres" que le unían al puerto de la esperanza; el ser poco útil para si mismo y para los demás y sobre todo, haberse convertido en una carga para aquellos que fingían quererlo.Dos lágrimas espesas mantenían una lenta carrera a lo largo de sus mejillas por ver cual se precipitaba primero al vacío desde su mentón sin afeitar. El lastimero maullido de "Neva" su gata, lo saco de su ensimismamiento. la llamó así porque la había encontrado un par de meses atrás medio muerta de frió en un riachuelo cercano, y le pareció apropiada la "broma" histórica, había pensado llamarla "Rasputín" en un principio, pero al pasar un par de meses se dio cuenta de que se había equivocado con el género del felino, y le puso el nombre del río en el que se ahogo el célebre monje siberiano, tras haber sido apuñalado, envenenado y tiroteado. -Espero que lo mío no sea tan complicado. Sonrió macabramente para sus adentros al recordar los motivos del nombre de la gata. Ésta, jugueteaba ajena a lo que allí iba a suceder con una caja de balas." Empresa Nacional Santa Bárbara de industriales Militares S.A. Toledo. 25 cartuchos 9mm NATO PARABELLUM." rezaba la parte superior de la cajita objetivo de las juguetonas zarpas del animal. La abrió, y saco de su interior el contenido, una especie de "huevera" de plástico blanco, en el que alineadas en formación había 25 balas de color cobrizo tirando a verde. Cogió una al azar entre los dedos pulgar e índice de su mano izquierda y la contemplo con esa misma fascinación con la que minutos atrás había observado el arma que sostenía en su derecha.-Así que vas a ser tu...? Pensó. Le parecía increíble que una cosa tan pequeña pudiese significar el final de todo.
Apretando un pequeño botón justo en la base de la empuñadura de la pistola, libero el cargador y metió un par de balas dentro, después con un golpe seco, volvió a meterlo. Sujetandola fuerte en la mano izquierda, usó la derecha para amartillar el arma, teniendo cuidado de no acompañar el movimiento de la corredera para no encasquillarla, fallo habitual de aquellos que sólo saben manejar un arma por lo que han visto en las películas yankees. Aquella vieja Star A-40, hízo un característico sonido metálico, y dejo de ser un objeto curioso y con cierto magnetismo extraño para convertirse en un instrumento letal.Dejó con sumo cuidado el arma sobre su escritorio, atiborrado de libros y papeles caoticamente ordenados, y releyó por última vez, la nota que había preparado para cuando encontrasen su cuerpo roto. Es difícil escribir una nota de suicidio. Es como intentar sintetizar todo aquello que quieres decir a el resto del mundo, justo en un momento en el que tu cabeza piensa en un sinfín de cosas que nada tiene que ver con la gramática y su sintaxis.Pensó en como seria el día después, como seria el mundo sin el, mientras notaba como si una bola enorme le subiera desde el esófago a la boca y amenazase con rasgar su garganta. Ahogó un sollozo, y comprendió en ese preciso instante, que todos los días muere gente en esta pequeña pelota de barro que vuela a ciegas por el cosmos. Gente buena y amable y otros que no lo son tanto. El día siguiente seria exactamente igual que los anteriores, con la única y triste diferencia, de que las vecinas de su edifício tendrían algo sobre lo que hablar en los corrillos matutinos. "-pues era un chico muy serio." Diría una. "Si, pero muy amable, aunque en su casa siempre se oían gritos y discusiones." le contestaría la otra. Pero nadie, ninguna de esas personas anónimas que hablaban sobre el, sabrían nunca, que se escondía tras lo ojos tristes de aquel hombre serio y amable en cuya casa siempre podían escucharse gritos de discusión.
Se sentó en la cama contemplando con los labios guardando silencio, pero con toda una cacofonía de voces e ideas en su cabeza, aquella habitación, que había sido a la vez, refugio y prisión. Sí es verdad, que una parte de nosotros, de nuestra energía, se queda impregnada en las cosas que usamos y que nos acompañan a lo largo de nuestra vida, desde luego aquellos libros que tenia frente a el, estaban cargados de amores y odios, deseos y esperanzas, todo un sinfín de vivencias, que ahora estaban a punto de convertirse en entropía. ¿Qué seria de aquellas paginas que le habían transportado a lugares remotos tantas y tantas veces?, ¿qué de Neva, su gata, que lo contemplaba con toda la inocencia de la que es capaz de mirar un gato. Seguramente en un principio se asustaría y se escondería debajo de la cama, para salir un poco mas tarde a lamer sus sesos del suelo. Aparto esa idea horrible pero cierta de la cabeza, de un manotazo, como el que espanta una mosca, y dirigió una mirada triste a su móvil. Durante un segundo, tuvo la tentación de llamar a su mejor amigo, e incluso a la última mujer a la que amó, pero enseguida se dio cuenta de que aquello sólo podia traerle complicaciones, torturar sin querer a la gente que amaba, o incluso que estos le persuadieran de que no llevase a cabo su auto-destructivo plan. Visualizó algunos momentos felices, para que lo ultimo que cruzase su mente (antes de aquel proyectil cobrizo-verdoso de 9mm largo), fuese un recuerdo bello, como colofón a su vida desperdiciada. Se vió a si mismo, besando a una mujer sin rostro, acariciendo el pelaje parduzco de Neva y riendose a carcajadas con algunos buenos amigos. Amigos que tardarian unos dias en enterarse de que el ya no estaría, porque no los veia mucho ultimamente de todas formas. Dejó su nota de suicidio en la cama junto a el, y llevo el pesado arma hasta su cabeza. Cuando sintió el frío del metal se puso a temblar y comenzaron a asaltarle dudas. ¿Y sí no moria y se quedaba incapazitado? lo cual era lo unico que le daba más miedo que seguir vivendo, y motivo principal por el que no habia optado por otras formas de suicidio como tirarse desde lo alto de un puente, algo demasiado publico y melodramatico para una persona seria como el. Optó por meterse el cañon en la boca, con lo que conseguiria volarse el bulbo raquideo y seria más que dificil sobrevivir. Suspiro hondo e hizo presión en el gatillo, que estaba más duro que lo que habia imaginado en un principio. Ademas el hecho de que sus manos temblasen alentadas por su instinto innato de supervivencia no ayudaba demasiado. Finalmente hubo una explosion sorda, y la cabeza salto violentamnte hacia atras como si de un muñeco roto e invertebrado se tratase, siendo solo unqa horrenda caricatura de un rostro. Y las ideas, (malas o buenas), las esperanzas e ilusiones de aquel hombre, serio pero educado, que siemrpe saludaba a sus vecinos en el ascensor, pintaron una escena de rojo, negro y purpura sobre la pared de aquella habitacion, que habia sido refugio a la par que prisión y que ahora sin embargo era una tumba.

1 comentario:

Alicia dijo...

Uff! Me ha gustado pero uff!! Aunque desde un principio se intuye el final, has sabido mantener la trama hasta el final. Ha sido claro, liviano, a la hora de leer, pero duro muy duro!