domingo, 10 de octubre de 2010

NOCHE "A LA FRESCA".


El pasado viernes, mi colega Antonio "El Kalvo" y yo, nos pegamos una buena caminata, hasta el refugio de chapa, para senderistas que hay en las faldas de nuestro "Puig campana". Ambos, un poco derrotados, por los derroteros (perdón por el juego de palabras), por los que nos lleva la vida, necesitábamos un poco de aislamiento y por que no decirlo, reencuentro, porque la verdad no salgo mucho ultimamente, y siempre viene bien, pasar un buen rato con los AMIGOS de verdad. Esos que siguen ahí aunque pases mucho tiempo sin verlos, los que te acompañan aunque no los veas, los que han estado en casi toda tu vida, en los escasos momentos buenos y en los malos por supuesto.
En un principio yo tenia un plan más que interesante para el fin de semana, pero como siempre ultimamente, se me truncó, así que cuando Antonio me llamo y me propuso subir al Puig, no lo dude un instante.

Hace años en nuestra niñez y primera adolescencia, estábamos siempre en el campo, salvo en aquellas tardes que jugábamos a rol en casa de uno u otro. Tiempos felices e inocentes, tiempos que no volverán, como no volverá por lo visto mi forma física, porque la subida fue una tortura, que soporté sin embargo estoicamente. "Kalvo" está mucho mas curtido que yo en estas lides, y el tio subía sin parar mientras amenizaba mi particular calvario con anécdotas de esas que siempre recordamos cuando nos reunimos. Hicimos casi toda la subida de noche, y entre una niebla espesa que en un principio parecían nubarrones de tormenta, afortunadamente, mi colega fue previsor y se trajo un par de lamparas frontales, con las que al menos veíamos donde poníamos nuestros titubeantes pasos. Después de lo que a mi me pareció una eternidad atravesando toda la zona quemada a las faldas del Puig, llegamos a nuestro destino. Un pintoresco y dejado refugio de chapa, llamado José Mª Vera. A pesar de estar sucio y no muy bien cuidado por los anteriores ocupantes, (había todavia trozos de pan y una botella vacía de vino sobre la mesa), cumplía perfectamente su cometido, a saber, refugiarnos del frió. Colocamos los sacos, sacamos la comida y caímos en la cuenta de que a pesar de llevar varias velas, no habíamos traído mas que un mechero vacío. Entonces nos arrepentimos de no haber prestado atención a los programas de "El ultimo superviviente", y tras pasar una media hora frotando dos palos de pino, nos resignamos a pasar la noche con la única luz de una de las lamparas frontales, que sin embargo y contra todo pronostico, aguanto toda la noche.
No fue ésta, una ruta de ocio ni placer, como he dicho antes, nuestro único propósito (no conseguido por cierto...) fue escapar un poco del tedio y de esas pequeñas o grandes cosas que nos han borrado la sonrisa a ambos. Charlamos y charlamos, recordamos historias de cuando nuestra única preocupación era llevar hechos los deberes de matemáticas para que Don Manuel no nos echara la bronca, y de como un día, casi sin darnos cuenta, las mujeres entraron en nuestras inocentes vidas, y todo cambio para siempre...En el fondo no hemos cambiado mucho, seguimos siendo un par de melenudos fantasiosos, aficionados mas a la fantasía, que a este feo mundo que nos rodea. Siempre nos hemos mantenido alejado de todo aquello que se supone que nos debería de gustar, porque es lo que le gusta al resto del rebaño. Y en el fondo, seguimos siendo aquellos dos chavales, que se pasaban el tiempo libre, jugando a rol, o recorriendo las sendas de nuestros escasos bosques (mil gracias Terra Mítica...), porque el mundo real no nos gustaba ni nos gusta demasiado.La noche fué pasando lenta, entre alguna risa, muchos suspiros de desaliento y algún que otro consejo de amigo. Nuestro plan era hacer tiempo para pasar unas horas de radio con el gran Miguel Blanco y su "Espacio en blanco", programa al que Antonio me aficiono ya en tiempos del colegio y que sigue emitiendose los viernes y sábados en radio nacional, haciéndole la competencia a Iker Jimenez. Pero, el sueño nos fue venciendo, y en aquella suerte de camastros de chapa, nos quedamos dormidos aproximadamente a las 2 de la madrugada, hora del comienzo del programa.
Yo la verdad no pegue ojo, entre el frió, lo incomodo de aquel lugar, y mi alergia al polvo. Y al amanecer, comenzamos ya a escuchar a los primeros senderistas que pasaban por allí con lo que decidimos levantarnos y regresar a casa. Fue entonces cuando las agujetas y mi pobre rodilla, me terminaron de estropear el día, ya que convirtieron la bajada, teóricamente más fácil, en otro verdadero suplicio.Pronto volvimos a recuperar la cobertura de nuestros moviles, y con ellos y con la presencia de otros senderistas, volvimos poco a poco a la "realidad".Nos vino bien a ambos, pero sigo sintiéndome extraño. "Tan sólo y entre tanta gente...", que decía una vieja canción de Reincidentes.
Sea como fuere, todo el mundo debería coger a algunos buenos amigos, pero digo AMIGOS de verdad, no de esos de sábado por la noche, y aislarse para pensar un poco. Pasar una noche a la fresca, a veces aclara las ideas...

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