miércoles, 17 de noviembre de 2010

"Y Dios creó al gato..."


Esta frase que termina: ...para que el hombre pudiera acariciar al tigre. Se le ha atribuido tanto a Lord Byron como a Victor Hugo, aunque otros dicen que es un viejo proverbio hindú. Lo que si es cierto es que el controvertido poeta ingles, lo usó como epitafio para la tumba de uno de sus gatos.

No voy a hablar hoy sobre tumbas ni muertes de gatos, si no más bien todo lo contrario. No hace mucho fui por primera vez a la nueva casa que mi hermano comparte con su compañera, un lugar idílico desde cuya terraza se contempla toda la bahía. Y allí conocí a la nueva miembro (o miembra...) de la familia. El primer impacto al conocer a "África", fue el recuerdo de Sara, mi difunta gata, compañera fiel durante 16 años y sobre la que ya he escrito aquí más de una vez. El mismo pelaje pardo y atigrado, aunque una décima parte de su tamaño, ya que África es apenas un cachorro y Sara se había convertido con los años en un rollizo y silencioso mueble más del salón.Otra diferencia palpable eran sus ojos. Los de Sara habían contemplado una vida entera, y aunque casi nunca salio de casa, daban la impresión de reflejar una sabiduría tal, que uno se sentía desnudo ante su mirada. Sin embargo, los ojitos de África, (aún "sin cuajar" como diría mi colega Kalvo), eran la vida imagen de una curiosidad ilimitada. Aquellos que sean amantes y observadores de los gatos como yo, me darán la razón en que si hay algo que refleje la mirada de un gatito es sin ningún genero de dudas, ternura y curiosidad.

La gatita me buscó, juguetona desde que puse el pie en la casa, y en cuanto cumplí con el ritual social de ver la nueva vivienda de mi hermano, le dedique toda mi atención a África que me provocaba desde la distancia con miradas de soslayo y carreras repentinas hacia ningún lugar en concreto.Ella dejó claro desde el principio que aquella era su casa y que mi presencia solo era permitida porque de momento le estaba proporcionando algo de diversión.
No hizo falta más que aquella primera vez para enamorarme del animalito. Así que cuando hace pocos días mi hermano me llamó para compartir unas películas y un rato de charla no lo dude un momento, pensando también en volver a ver a mi nuevo amor. Cuando llegué, ella bajaba desperezándose del piso superior, sin demasiadas ganas de juego, y practicamente ignorandome. Pero tras unas sutiles provocaciones por mi parte , tales como unos movimientos rápidos de las manos, o rascar un poco la alfombra, África entro enseguida al trapo, y arqueando y erizando el lomo, comenzó a acercarse a mi, andando de lado como para aparecer más amenazadora, lo que me provoca más ganas aun si cabe de perseguirla y "martirizarla".
Cuando nos pusimos a ver episodios de "South park" y de "The Big bang", y la dejé un poco de lado, ella no dudó en recurrir a la guerra de guerrillas. Ataques rápidos y por sorpresa a mis tobillos y mis manos, y salir huyendo como alma que lleva el diablo antes de que pudiera agarrarla. Pero el único ser maligno que había allí aquella noche era ella, ya que no solo salí de allí con el corazón marcado, si no que también mis manos dan fe de las malas artes del animalito.
Ojala, forme parte muchisimo tiempo de nuestra familia; familia que por otra parte también ha crecido con la incorporación de otro perro mas a casa, "Turco" (nombre original donde los haya para un perro...), pero de este, ya hablare quizás en otra ocasión.Ahora me quedo con el deseo de ir viendo con el tiempo, como esa mirada inocente se va tornando en sabiduría felina.
Por cierto me pareció muy acertada la elección del nombre, ya que la preciosa gata da la sensación de tener tanta pasión y potencial como el continente negro.Bienvenida a la familia África, estas en buenas manos.

El gato posee belleza sin vanidad, fuerza sin insolencia, coraje sin ferocidad, todas las virtudes del hombre sin sus vicios. Lord Byron