jueves, 13 de agosto de 2009

Creo que mi corazón sufre sindrome de Diogenes...


Y no precisamente porque acumule basura. Es mas bien la tenue sensación de que se me pegan pequeños jirones del alma de las personas con las que me relaciono, como sudor de agosto.

Todos acumulamos recuerdos y las sensaciones que van íntimamente ligadas a ellos. Pero en mi caso dichos sentimientos se acumulan en una parte de mi, que en ocasiones, me dificultan mucho el continuar camino.

Suele decirse que "el saber no ocupa lugar", pero es dolorosamente obvio que los recuerdos si.
Que es la poesía, sino parte de esa tensión emocional acumulada que pugna por salir a través de los poros de eso que llamamos alma y que contempla el mundo, mirando desde detrás de nuestros ojos.
En estos largos días estivales, es especialmente palpable la sensación de reencuentro, de renovación de lazos.En las escasas noches que he salido, me he encontrado con multitud de viejos amigos y conocidos a los cuales llevaba mucho tiempo sin ver. Y propenso como soy a la melancolía, me he llevado sorpresas tanto buenas como desagradables. Desde el viejo amigo/a que te devuelve un abrazo tan sincero como el que tu le has dado previamente, a el que te sonríe por compromiso y te evita en cuanto lo pierdes un segundo de vista.

Pasando por supuesto por todas las amistades que nunca perdí y que he reencontrado y revivido, (si me permitis la expresión), desde que regrese a casa. A todos ellos, a todos vosotros, (Pig people, principalmente), gracias por el apoyo prestado.
Es normal, no me quejo somos así. El paso de los años es cada vez mas evidente y ninguno escapamos a eso, (salvo las excepciones de Melli y Silvia, mi compañera).Pero a veces es amargo buscar un sincero abrazo de apoyo y recibir a cambio un <<-Ya quedaremos y me cuentas...>>, o una mirada que refleja claramente << -¿qué querrá este ahora?>>. Muchas veces una pregunta sincera, obtiene una respuesta cínica. Tal es la naturaleza humana que nos hace revestirnos de una armadura "social", que nos proteje de "buenos" y "malos" por igual si es que tales términos pueden usarse...

En ocasiones las estrictas pero cambiantes normas de esta juego social llamado vida, son mucho mas duras y restrictivas a los que nos ofrecemos sinceramente. Siendo juzgados equivocadamente por aquellos que si tratan de ocultar sus verdaderas intenciones.

Uno termina por ir despojándose de su "hojarasca", y quedando tan vació de sentimientos sinceros como el árbol de la imagen.(Por cierto gracias a mi amiga Katarina, autora de la foto).
Y se termina por contagiarse de la misma indolencia, del mismo hastío que dirige la inmensa mayoría de nuestra vida social. Tan pervertida como está, por esta sociedad de la apariencia y la hipocresía.

Todos al fin y al cabo almacenamos esos pequeños trozos de película en algún lugar aún por determinar. Que nos convierten en lo que somos animales racionales que buscan ser felices.
Como dice una preciosa canción de Marea:

Solo quiero que me quieran,
como tú, como "tó" el mundo,
deshaciendo primaveras,
enhebrando los segundos...