martes, 6 de julio de 2010

VERANO, FIESTAS, BARBARIE...


Con la llegada del verano, también vuelven a nuestra piel de toro, las fiestas de los pueblos, y con ellas, la barbarie y el sadismo tan típicos de este país. Tantos años de fatal tradición, sumado a la incultura y al adoctrinamiento católico,( una ecuación indivisible), han dado como resultado que muchos de mis compatriotas, no sepan divertirse ni celebrar la festividad del santo de turno sin disfrutar del dantesco espectáculo de torturar un animal.
Da igual que sea "El bou embolat", un simple encierro, pasando por "El toro de Tordesillas", o los Infames "San Fermines". En cuanto aprieta el calor, surgen los bajos instintos de la gente, y ese animal interior que todos tenemos, (aunque algunos lo enfoquemos hacia cosas positivas), necesita cubrir su cuota de morbo sangriento. Que vergüenza siento al encender el televisor, y contemplar a las gentes de los pueblos, ebrias de alcohol y sangre, correr y proyectar todas sus frustraciones contra un animal que no comprende lo que pasa, que solo quiere huir y ponerse a salvo. Y sin en el proceso se lleva a algún mal nacido por delante, yo no seré de los que derramen una lágrima. En estos días siento especial vergüenza de ser Esp.., Esp.., de ser de este país.
Algunos iluminados esgrimen la razón de que el toro de lidia desaparecería si no existiera la tauromaquia, ya que es un animal que no tiene ninguna función. Pues bien, aplicando esa regla de tres, fusilemos al 60% de los funcionarios de este país, no solo sanearíamos las débiles arcas del estado sino que nos quitaríamos de en medio una especie animal que no solo no cumple con su trabajo, esto es, no tiene ninguna función, si no que además nos sale muy caro a todos.
No es que yo piense en fusilar a nadie, pero si algunos desalmados creen que es una buena razón para aniquilar sistematicamente al toro, creo que es un argumento igualmente valido.
Lo mas hiriente, es también cuando estas atrocidades se cometen en nombre de la virgen o el santo de turno, en una religión que se enorgullece de ser piadosa y no idolatra. No hay mas que darse una vuelta por cualquiera de nuestros pueblos y ver que los cristianos siguen sacrificando animales a sus deidades y a sus ídolos de madera y escayola...
No se que puede albergar el corazón de alguien que llama arte, a este espectáculo de sangre y sufrimiento, seguramente lo mismo que aquel que dice querer a la mujer a la que golpea.
Otra cosa que mi débil intelecto no llega a comprender es aquellos que se enorgullecen y llenan sus bocazas diciéndose izquierdistas y sin embargo, apoyan esta barbaridad. la liberación del hombre debe de ir intrínsecamente unida a la animal.Una jamás podrá ser alcanzada sin la otra.
Mi humilde consejo, es que hagamos algo, que los gobernantes, hagan uso del poder que algunos, (yo no, desde luego), han puesto en sus manos, y acaben con la flagrante contradicción de este país. Donde podemos ver en un telediario, noticias sobre el maltrato animal, redactadas por el presentador de turno con rostro apenado, para pasar después ha hablar de el cartel de la feria de San Isidro, como si no fuesen exactamente lo mismo. Otro argumento es la cantidad de gente que se quedaría sin trabajo si estas cosas desapareciesen. Pues que queréis que os diga, ojala se quedase en paro, toda la gente que trabaja en la industria militar.
Seria un debate larguísimo, el hecho de si se tiene que matar animales para comer, y en el caso de que así fuese, la manera de hacerlo y la vida que se les da hasta el momento de sacrifico, lo que no tiene lugar a charla, es que el sufrimiento animal, jamas debe de ser un espectáculo.
Coged un libro, mirad a los ojos a vuestra mascota y sentid esa sensación tan maravillosa que se llama empatía.
Me gustaría terminar esta disertación con mas elegancia, pero hay cosas que solo se pueden decir claramente: Cerdos endogámicos, para vosotros mi mas absoluto desprecio.
Rojo, sangre un color muy nacional
morbo, suerte sol y arena, ¡vive dios!
arte, muerte sirve de alimento
pase, valiente y vuelta al ruedo.
Cuando el acero me traspasa el corazón
y se le llama fiesta; y otra vuelta de tuerca
cuando el sadismo se convierte en tradición
y la faena en gesta, y nadie se molesta.
Pinchos, siente recital multicolor
pasodoble, ambiente de nobleza y de pasión
¡la oreja presidente! los pañuelos
al viento alza la frente y mira al cielo.
Grana y oro-Reincidentes.

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